Hoy día somos presa de una distracción constante, sobre todo -y eso lo tenemos prácticamente todos- si tenemos un smartphone con WhatsApp u otras redes sociales. Atender sostenidamente a algo se ha convertido en una proeza. Cada rato tenemos la sensación de que algo puede haber llegado a nuestro teléfono que no podemos perdernos: un mensaje, un correo o un like, lo que nos hace vivir en una interrupción perpetua. Es lo que el filósofo coreano Byung-Chul Han en su libro Vida contemplativa ha llamado frenesí de actualidad.
Escuchaba hace poco un podcast donde el entrevistado decía que las redes sociales (podemos pensar en Instagram por ejemplo) han democratizado el narcisismo a gran escala. Muchos queremos de alguna manera figurar en el gran teatro de la pantalla. Cada uno con su estilo, pero figurar. Y ese autobombo, ese querer dar “la mejor versión de nosotros mismos” nos hace estar muy pendientes del entorno, no ya por la curiosidad que mueve al hombre desde que es hombre, sino por ver cómo encajar ese entorno en nuestra historia pública.
Cazadores de likes
Cerca de mi casa hay una playa espectacular. Para llegar a ella debes caminar 25 minutos desde la carretera. Llegas a ella por un sendero escarpado entre barrancos. Al fondo, desde lo alto, ves la playa abrazada por acantilados y cerca de la orilla monumentos naturales de piedra entre las olas que recuerdan a catedrales góticas o estalagmitas gigantescas emergiendo del mar. Observaba el otro día, desde la orilla, cómo muchas personas llegan a esa playa interponiendo su teléfono entre ellas y el paisaje. No quieren dejar de fotografiar y grabar el momento, que tal vez no vuelvan a vivir nunca más. Lo sorprendente es que muchas personas parecen estar más pendientes de cómo figura el paisaje dentro de la pantalla que del paisaje en sí. Una vez fotografiado, bajan la cabeza y con el dedo comprueban qué tal queda. Acto seguido, cuando al fin se levanta la cabeza de nuevo, los ojos buscan ya algo nuevo que mirar y el deleite de contemplar lo recién descubierto se extingue al momento.
Youtube tiene Shorts, Instagram Reels, está TikTok. El contenido breve es tendencia. Vídeo tras vídeo tras vídeo. Vídeos que duran apenas unos segundos sobre situaciones cumbre: una caída estrepitosa, una pirueta imposible, un salto mortal, un jardín de ensueño… Los vídeos cortos han roto las reglas: de introducción, nudo y desenlace hemos pasado a desenlace, desenlace y desenlace, en una suerte de ametralladora audiovisual de clímax tras clímax. ¡Lo que puedes llegar a ver en 60 segundos…! ¿Cómo va a sorprender la playa y sus catedrales marinas? Sí, sorprende algo, pero… “¿qué viene ahora?“
Podríamos seguir hablando de cómo las nuevas tecnologías nos han hecho más estúpidos (¿o es que nos han hecho más despiertos?), pero que cada uno complete esta introducción con sus vivencias personales.
Adicción digital
Cuando en 2017 me fui a Inglaterra y Nueva Zelanda en misión formativa, tal como relato en este episodio de mi canal de YouTube, tuve la enorme suerte de no tener teléfono inteligente. Eso me permitió, durante los 5 meses que duró ese período formativo, leerme bastantes libros y reflexionar mucho acerca de lo que iba a hacer cuando llegara a España. Cuando inicié mi primera huerta comercial en Madrid, en abril de 2018, sí me hice con un smartphone. Lo hice porque sabía que una cuenta en Instagram me podría ayudar a crear mi marca. Y así fue.
Es innegable que las nuevas tecnologías son algo así como magia moderna. No dejan de sorprendernos y parece que tienen la capacidad de ayudarnos en casi todo… Pero, ¿a qué precio? Creo que no se está hablando lo suficiente de la adicción al teléfono. Es tan sutil y extendida que creo que por eso no se habla, porque, ¿quién se salva?
Receta casera contra la resaca digital
- No emborracharte de redes sociales. Así no tendrás resaca. Y para no emborracharte puedes dedicar a las redes sociales momentos muy concretos y definidos: 10 minutos a las 10:00 h y otros 10 minutos a las 19:00 h por ejemplo. O puedes elegir dos o tres días en semana para escribir un post y contestar comentarios en franjas de no más de 20 minutos. Sea como sea, define un tiempo corto para las redes y comprueba si eres capaz de cumplir con tus propios límites. Si no podemos hacer algo tan simple como eso, ¿qué podemos esperar ante retos mucho más difíciles y duraderos?
- Lee libros. Los libros no sólo nos enseñan muchas cosas fascinantes sino que nos ayudan a entrenar la atención. Aquí tienes algunos títulos buenos.
- Sal a correr sin móvil. Si eres de hacer deporte con el teléfono en la mano, prueba a correr como toda la vida, pensando en tus cosas. Además de entrenar tu cuerpo refrescas tu mente.
- Silencia las notificaciones. Siempre. De lo contrario serás un resorte al servicio de cualquier cosa que entre por tu teléfono.
- Rétate a ti mismo. Ponte retos diarios de actividades concentradas prolongadas. La competencia contra ti mismo es clave.
Realmente creo que la mejor receta es la que te impongas tú después de haber tomado consciencia de la necesidad de entrenar el poderoso músculo de la atención.
La agricultura superficial
Pero, ¿y qué tiene esto que ver con la huerta? Todo. Cultivar una huerta puede ser una actividad inmersiva para quien lo hace voluntariamente y sin distracciones innecesarias. Cultivar bien y dedicarte profesionalmente a ello requiere mucha disciplina, trabajo y observación. Si no tenemos el control sobre nuestros teléfonos -u otros aparatos- quiere decir que nuestros teléfonos tienen el control sobre nosotros. Así es muy difícil construir nada duradero.
Escribo esto desde este humilde blog de horticultura porque creo que debemos atender urgentemente este problema social desde todos los campos del conocimiento posibles, incluido el de la agricultura. He visto agricultores últimamente con dificultades serias de trabajar sostenidamente (y de observar los mil matices de su entorno) víctimas de las constantes notificaciones de sus teléfonos “inteligentes”. Esto convierte al agricultor en un observador inatento, superficial, que pierde algo por el camino, algo que tal vez sea esencial para reconducir la forma en la que producimos alimentos a pequeña, mediana y gran escala.
Magnifica descripción de una realidad que cada vez absorbe más nuestra atención. Ya casi todos Lis usuarios tenemos un auténtico déficit de atención!!!